El desierto qatarí, destino turístico infaltable durante la Copa del Mundo

El desierto de qatar representa un gran atractivo turístico para tomar un paseo en camello o conducir una cuatrimoto en plena sede mundialista

Mesaieed.  El futbol se detuvo. Qatar les dio una pausa a sus visitantes luego de 17 días seguidos de juegos. La playa de Katara fue uno de los sitios predilectos para ir, los museos, el mercado de Souq Waqif, la Perla. Doha tiene muchos sitios para conocer, todos cercanos, sin embargo, ir al desierto es una las opciones más buscadas, más cara, lejana, pero la inversión económica vale la pena, camellos, paseos en motos y cientos de kilómetros de arena fina, blanca, les esperan a los visitantes. ESTO también realizó el recorrido al lado de aficionados croatas, argentinos y franceses. 

El desierto de Qatar se encuentra a escasos 50 kilómetros del centro de Doha, la mejor opción para ir hasta ese lugar es en automóvil, distintas compañías de turismo ofrecen un paquete para acudir a las Dunas, subirse al camello, rentar motocicletas y tomar té tradicional. El costo promedio es de 450 ryales, es decir, 2 mil 500 pesos mexicanos por persona aproximadamente. 

La mejor opción es ir temprano, tener luz para apreciar todo, en Doha el sol se oculta a las 17:00 horas o antes. Los guías de viaje son foráneos, a nosotros nos tocó Nur de Pakistán, dicharachero, alegre, siempre mostró buena cara hasta que le tocó un tráfico inusual. 

La primera parada para los visitantes son las motos, vehículos exclusivos para escalar las Dunas. Las motos más pequeñas son para los niños y luego siguen unas cuatrimotos, puedes ser individuales o en pareja, los precios también son diferentes, los vehículos más económicos son de 150 ryales, mientras que los más caros llegan a los 1200 ryales, es decir, 6 mil pesos mexicanos. 

La renta puede ser de una hora o media hora, el manejo de la moto es fácil, acelerar y frenar, solo eso. Los guías les piden a los visitantes abrocharse los cinturones, tener cuidado, no manejar rápido si no son expertos y usar casco todo el tiempo. 

Al más puro estilo de Ali Baba, la aventura crece, con una velocidad promedio de 60 kilómetros por hora se da pie a manejar sobre las Dunas a la orilla del golfo pérsico, con ascensos y picadas prolongadas y desenfrenadas, la velocidad se convierte en una adrenalina increíble.

La sensación es única y en muchas ocasiones se da la impresión de salir del auto, pues entre la velocidad y el sumergirse a la arena da ese aspecto de desaparecer en pleno desierto. Fina, como si se tratara de una suave harina, la arena forma una ligera capa en rostro y brazos, un fino maquillaje se impregna en todo aquel que lo visita.

UN PASEO EN CAMELLO POR EL DESIERTO DE DOHA ES INFALTABLE

Sol a plomo, sed por doquier y rayos fulminantes dan tiempo para enmarcar grandes fotografías con el efecto de las contraluces en una de las colinas de arena; luz y sombra son parte del poster que quedará enmarcado para todos los visitantes que vayan al desierto qatarí. El Mundial es sólo un pretexto para enamorarse de ese lugar.  El recorrido es placentero, arena blanca por todos lados y sonidos de motores. 

La adrenalina sube, el siguiente destino son los camellos, dromedarios de 1.85 metros de altura o hasta 2.15 metros. Subirse a su joroba es todo un ritual, el camello tiene que reposar en el suelo, luego se le ordena levantarse, las rodillas delanteras es lo primero que sube el animal, la sensación es de caerse, pero no, los camellos están entrenados para eso. Tras montar al camello inicia el breve recorrido, un guía lo jala a paso lento, el movimiento es constante, su joroba se siente delgada, es más hueso que carne, pero luego de varios pases todo se vuelve normal. 

El paseo dura alrededor de 20 minutos, es poco tiempo, pero la experiencia es inolvidable. Para bajar el ritual es al revés, el camello tiene que bajar primero sus piernas traseras y luego las de adelante.

La última parada es en medio del desierto qatarí, arena por todos lados, lanzarla en cámara lenta ofrece fotografías espectaculares.  

Es tiempo de regresar, el paquete incluye rico té qatarí; ligero, suave y con cierto parecido al café. En el transitar se aprecia la gran empresa de hidrocarburos, que cuenta con grandes reservas de petróleo y gas, por lo que lo convierten en uno de los países más ricos del mundo y la región.

Fuego en las grandes torres y la imagen del Emir Tamim bin Hamad Al Thani convergen a las afueras del desierto en franco mensaje de la fuerza política y el poder económico del país. El viaje tiene un aproximado de cuatro horas, minutos que pasan como si fuera agua. La foto y el recuerdo queda para los miles de turistas que visitan la región desértica, pues además de admirar los ocho estadios y cada uno de los juegos mundialistas, una rica asoleada en el desierto bien vale la pena. Sin la grandeza del desierto de Sahara o el de Arabia, el de Qatar no se queda atrás pese a su corta extensión territorial, pero es igual de monumental debido a ese contacto inimaginable, auténtico y admirable. Es como si el tiempo se hubiera detenido y solamente las huellas en la arena nos regresan a nuestra realidad.   

Fuente: Esto