La mitad de las presas más grandes de México tienen menos agua que en los últimos 30 años

En México, 113 de las 210 presas que almacenan la mayor cantidad de agua, cerraron la temporada de lluvias de 2024 con reservas menores al promedio de las últimas tres décadas

La reserva de agua en las presas mexicanas se está agotando: 113 de las 210 existentes que concentran más del 90 por ciento del líquido almacenable en México registraron números por debajo del promedio que habían logrado retener durante las últimas tres décadas.

Catálisis, la unidad de aplicación tecnológica de Quinto Elemento Lab, analizó los datos de las 210 principales presas de México reportados por la Comisión Nacional del Agua (Conagua) entre 1991 y 2025, y comparó sus volúmenes registrados el último día de octubre de cada año, cuando la mayoría debería tener su máximo almacenamiento.

Los datos muestran que las presas en el Noroeste, una región que abarca el estado de Sonora y siete municipios de Chihuahua, han sido las más afectadas con una disminución de entre 45 y 100 por ciento del agua almacenada. La presa Abelardo Rodríguez Luján, de la que se abasteció Hermosillo por décadas, prácticamente no tenía agua al término de la temporada de lluvias. Su embalse no ha superado el 20 por ciento de su capacidad de almacenamiento desde 2015.

Además, 12 presas nunca habían almacenado tan poca agua en ese momento del año. Entre estas se encuentra la Andrés Figueroa o Las Garzas, ubicada en el municipio de Ajuchitlán en Guerrero. En promedio, cada 31 de octubre, Las Garzas reportaba unos 100 hectómetros cúbicos (un hectómetro cúbico equivale a un millón de metros cúbicos), pero este año apenas alcanzó 64.12. De ahí se obtiene el recurso hídrico para alrededor de 11 mil hectáreas de cultivos y para las necesidades diarias de habitantes de ese y otros municipios vecinos.

El país atraviesa una sequía que se ha prolongado durante cinco años y que en 2024 alcanzó su récord: 98 por ciento de los municipios, 2 mil 428, registró al menos un día de sequía en el año. Entre otros motivos, esto ha provocado que, desde 2019, 7 de cada 10 presas registran relativamente menos almacenamiento.

“Desde 1990 es que se empieza a notar (el cambio de clima), si cruzan (los datos) contra precipitación, las sequías se están volviendo cada vez más frecuentes. A nivel país se han extendido en duración, extensión geográfica e intensidad”, advierte Sandra Guido, directora de la organización ambiental Conselva, Costas y Comunidades, basada en Sinaloa, uno de los estados que más ha sufrido la falta de lluvias en años recientes.

Según un estudio del Instituto Nacional de Ecología y Cambio Climático (INECC) 126 de estas presas tienen menos agua de la que se demanda, es decir, son vulnerables al estrés hídrico. El Instituto hizo una serie de proyecciones y el cálculo menos alentador indica que antes del 2040 no serán 126 sino 139 las presas incapaces de proveer el agua requerida. 

Aunque hay una situación generalizada de escasez hídrica, la sequía ha producido una presión extraordinaria en las administraciones estatales y municipales del país. En respuesta, el gobierno federal ha planeado la construcción de nueva infraestructura

El Plan Nacional Hídrico de la presidenta Claudia Sheinbaum contempla nueve proyectos que buscan mejorar la capacidad de captación de agua de presas y su traslado hacia los centros de abastecimiento, pero su construcción llevará hasta tres años.

Construir más obras hidráulicas no resolverá la escasez de agua si se continúa privilegiando el suministro de agua a las industrias sobre las necesidades de la población y la producción de alimentos de consumo nacional bajo esquemas no agroindustriales, dice Francisco Peña de Paz, investigador del Colegio de San Luis Potosí.

El especialista agrega que, además de las afectaciones ambientales —reconocidas en un exhaustivo informe de la Comisión Mundial de Represas—, “el manejo concentrado de grandes volúmenes (hace que) un grupo político de expertos, a veces ni siquiera de expertos, sino solo de políticos, defina la orientación en la que se utiliza esa agua y es más fácil monopolizarla. Por ejemplo, crece la producción agrícola, pero de grandes empresarios agrícolas”.

En ese sentido, el investigador asegura que más que un problema meteorológico que se presenta como escasez hídrica es un tema de injusticia en la distribución del líquido y acaparamiento del agua por ciertos actores con poder económico y político.

Crisis regionales

Conagua divide el país en 13 regiones hidrológicas. Desde 2010, 11 de estas tienen menos líquido almacenado. En el caso de las regiones Frontera Sur y Noroeste todas sus presas monitoreadas por la Comisión terminaron la temporada de lluvia con menos agua que su promedio histórico.

En Sonora, que es parte de la región del Noroeste, la presa Plutarco Elías Calles, conocida como El Novillo, abastece al lago Oviachic. Éste suministra de agua a los productores agrícolas del Distrito de Riego 041 y a Ciudad Obregón, dentro de la cuenca del río Yaqui, donde viven más de 329 mil personas. En abril del año pasado, el Oviachic llegó a un nivel tan bajo que la diócesis local convocó a una misa para pedir por abundantes lluvias.

Esta presa también provee de agua a Hermosillo —en donde habitan alrededor de un millón de personas— a través del Acueducto Independencia, un tubo de 135 kilómetros que atraviesa cinco municipios. El último día de octubre de 2024, su embalse reportó una disminución de 51.7 por ciento en comparación con la misma fecha de 2023.

La falta de agua ya está teniendo impactos en la economía de las regiones. Para la producción agrícola ha causado “pérdidas millonarias”, como indica Ariel Monge Martínez, titular de la Comisión Estatal del Agua de Sonora: “tenemos dos de los principales valles agrícolas al 25 por ciento de uso de su tierra (…) la mayor parte no pudo ser regada por falta de agua”. La afectación es notable dado que Sonora es el cuarto mayor productor agropecuario del país.

En la región del Río Bravo, que comprende municipios de Chihuahua, Coahuila, Nuevo León y Tamaulipas, 15 de las 23 principales presas están por debajo del volumen promedio de los últimos 30 años, incluidas las presas internacionales de La Amistad y Falcón, que almacenan el agua que México está obligado a entregar a Estados Unidos cada ciclo de cinco años como parte del Tratado de Aguas.

Fuente: El Sol de Mexico