Potencias y milicias se movilizan por el control de Siria

Israel, fuerzas proturcas, Estados Unidos y Rusia se movilizan para instaurar su influencia en el país árabe.

La caída del régimen de Bashar al Asad y la llegada al poder de los islamistas y fuerzas rebeldes en Siria recompone la realidad del país árabe y plantea un nuevo escenario también para los países de la región y la comunidad internacional.

Ante una sorpresiva ofensiva contra el gobierno sirio que culminó con la huída del presidente a territorio ruso, los grupos rebeldes, respaldados por países regionales y otras potencias que manejan intereses en el territorio comenzaron a mover sus piezas para redefinir el futuro de Siria y mantener activos.

Tras arrasar la Franja de Gaza y entablar una tregua en Líbano contra el movimiento islamista HezboláIsrael aprovechó para realizar operaciones en territorio sirio, precisamente en la localidad de los Altos de Golán, terrenos sirios anexionados por el gobierno hebreo.

El Ejército israelí confiscó varios tanques sirios, así como armamento, durante sus operaciones dentro de zona desmilitarizada, en el sur de Siria, donde se desplegaron desde el 8 de diciembre ante supuestos ataques insurgentes.

Varios países como Egipto, Irak y Catar ya condenaron la presencia militar israelí en Siria, y al igual que la ONU y su secretario general, Antonio Guterres, dijeron que constituye una “violación flagrante” del acuerdo de separación de las tropas de ambos países, de 1974.

Israel ha celebrado la caída del régimen de Al Asad en Siria, país con el que nunca entabló relaciones diplomáticas, como un triunfo al suponer un revés para su principal valedor, Irán, archienemigo del Estado hebreo.

Miles de sirios celebran la caída del régimen de Bashar al Asad

Turquía se ubica en el bando ganador del conflicto de Siria, ya que la principal fuerza de choque que ha desencadenado la caída de Al Asad son las milicias islamistas Haiat Tahrir Sham (HTS), que en los últimos años dominaron la provincia de Idlib en el noroeste del país, bajo tutela militar turca.

El rompecabezas para Turquía es ahora cómo acabar en el noreste del país con el dominio de las milicias kurdosirias, encabezadas por las Fuerzas de Siria Democrática (FSD), hasta ahora respaldadas por Estados Unidos, sin arriesgarse a una nueva guerra civil.

En plena victoria rebelde sobre el régimen sirio las FSD perdieron el control de dos ciudades estratégicas en el norte y el este de Siria a manos de grupos rebeldes apoyados por Turquía, pese a que el principal grupo insurgente HTS no lucha contra los kurdos.

Esta alianza islamista está compuesta por grupos armados de distinto signo, como HTS o el Ejército Nacional Sirio (SNA), un grupo entrenado y financiado por Turquía que antes de la caída de Al Asad limitaba sus actuaciones en zonas fronterizas del norte y contra las fuerzas kurdas.

Tras el éxito de la ofensiva, los combatientes del HTS se han dedicado a consolidar territorio, a asegurar Damasco y a dar los primeros pasos hacia una transición con la asignación de su líder político, el islamista Mohamed al Bashir, como el primer ministro interino de la nueva Siria. En cambio, los rebeldes del SNA han proseguido con la vía militar y han continuado con su avance hacia el este hasta apoderarse de Deir al Zur.

Para Estados Unidos, la caída del régimen supone un objetivo cumplido, que ha atribuido a su estrategia de apoyar sin fisuras a Ucrania e Israel, algo que a la larga ha debilitado.

El Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, viajó a Jordania y Turquía para reunirse con líderes y analizar la situación de inestabilidad en Oriente Medio, más concretamente en Siria, Gaza y Líbano.

Estados Unidos teme que la lucha por el poder dentro de las filas rebeldes fragmente el país o que se genere un vacío que sea aprovechado por el Estado Islámico, que en 2014 llegó a controlar vastas zonas de Siria e Irak. El objetivo principal de Washington es evitar el resurgimiento de grupos yihadista y la libanización de Siria.

El frente perdedor

Por otro lado está Rusia,el gran defensor del régimen sirio junto a Irán, quien ha demostrado su incapacidad para combatir en dos frentes al mismo tiempo y apostar por sacrificar a Al Asad ante su prioridad que es la guerra en Ucrania.

El mayor riesgo para Rusia es, no obstante, no tanto la caída del régimen como la pérdida de sus bases militares en el país árabe. El Kremlin se mostró dispuesto a sentarse a negociar el futuro de dichas instalaciones con las nuevas autoridades.

Mientras que para Irán, la caída de Bashar al Asad supone un golpe para  su “Eje de la resistencia” chií, la alianza antiisraelí que le ha permitido extender su influencia en Oriente Medio a través de aliados como Hamás, Hizbulá, los hutíes y milicias iraquíes.

La Siria de Al Asad, miembro de la secta chií alawi, formaba parte importante de esta alianza informal, especialmente porque daba a Irán acceso directo a Hizbulá en el Líbano para el suministro de armas y material.

El líder supremo de Irán, Ali Jameneí, aseguró que la caída del régimen sirio no debilitará a su país y auguró que su Eje se expandirá aún más por Oriente Medio. La pérdida de este territorio dejará a Teherán diezmado en su influencia regional.

Islamistas rebeldes ondean la bandera de su facción ante la toma de la capital siria / Foto: AFP

Para Líbano, que el régimen haya caído tiene un sabor agridulce. Mientras el Gobierno libanés ve la oportunidad de que millones de refugiados sirios que tiene en su territorio regresen a su país, para Hezbolá se verá forzado a retirarse de Siria.

En los países del Golfo, el anuncio de los insurgentes que liberaron Damasco supuso una alegría compartida y que fue aprovechada para despotricar contra el régimen, pese a que el año pasado aceptaran su regreso a la Liga Árabe.

Mientras tanto, Ahmed al Sharaa, el líder de la coalición insurgente que derrocó al presidente sirio Bachar al Asad y conocido con el nombre de guerra de Abu Mohamed al Golani, afirmó que los gobiernos del mundo “no deben preocuparse” por la gestión de Siria después de que los rebeldes tomaran el poder.

El líder de HTS hizo estas declaraciones un día después de que encargara al político Mohamed al Bashir -antiguo cabeza del Gobierno de Salvación, la rama política y civil del Organismo de Liberación del Levante- la fase de transición del nuevo gobierno en Siria.

El Comando de Operaciones Militares, controlado por los insurgentes sirios, anunció el levantamiento del toque de queda en Damasco y sus alrededores, impuesto hace tres días.

Al Golani agregó en una declaración escrita que disolvería las fuerzas de seguridad del derrocado régimen de Bashar al Asad.

La organización Human Rights Watch (HRW) alertó de condiciones de vida terribles en el noreste de Siria, al tiempo que hizo un llamado para que se garantice el paso de ayuda humanitaria.

El documento detalló que los habitantes se enfrentan a falta de agua, refugio, alimentos y atención médica adecuada, así como que “la situación está exacerbando una crisis aguda y prolongada, con campamentos superpoblados e infraestructuras gravemente dañadas”.

Fuente: El Sol de Mexico